domingo, mayo 18, 2008

Para los que acaban de irse

De pronto me doy cuenta de que vivo en un satélite lejano y mis certezas quedan estrelladas allá en la tierra. En mi tierra. Vivo en un satélite colgado por hilos invisibles, un satélite obligado a mirar a la tierra. Mi tierra. Y ahí abajo pasan cosas, yo lloro y mis lágrimas no ruedan sobre el mundo. Mi mundo. Y entonces descubro que mi mundo no es mi mundo ni mi tierra es ya más mi tierra y me quedo como un pájaro sin alpiste suspendido en una gran jaula.
No sé de qué sirve la comunicación satelital si al final no estamos nunca a tiempo para darnos un abrazo. Ni con todas las llamadas del mundo amortiguo el hueco de estos dos golpes… seguidos… uno atrás de otro.
Y me gustaría pensar que el universo es una cosa inmensa creada por un alguien que nos arropa, pero no creo en nada. Entonces está un mundo ahí abajo y yo soy un satélite que sólo toma imágenes a distancia. Imágenes precisas de un dolor del que soy partícipe aunque no salga en la foto.
Pienso que cuando baje a mi tierra, palparé los residuos de un lodo ya seco. Y aunque sepa que pasó una tempestad, lamentaré no poder estar ahí con mi paraguas roto.
Por lo pronto el satélite se registra sin novedad. Quizá en dos o tres días vaya a un bar y me pida un Bacardí con Coca- Cola. O tal vez mañana pase por la panadería a comprarme una mantecada. Pero no será lo mismo, será solamente un guiño para que sepan que no los olvido.

jueves, mayo 08, 2008

Stop


Proyectos de gente adulta y seria me impiden seguir papando posts.

Neurona mata endorfina.

Aunque no sé quién diablos soy para imponerme reglas, me prohibo venir a perder el tiempo por estos lares.

Esto no sé si es un adiós o una pausa.

Es sólo que ahora que soy una persona opaca destinada en cuerpo y alma a la investigación y a la reflexión académica se me ha colado a pie de página un terrible sentido de la responsabilidad.

Espero que no me salga muy cara la multa por dejar estacionados los sueños en un lugar prohibido.

lunes, mayo 05, 2008


Estructura de un puente

El cansancio se resbala por el sacacorchos. No, dije que sangría no, que era para gringas de chancla y calcetín (o francesas de escote pronunciado) pero una vez que cae el primer vaso, se redime a sí misma por obra y gracia de Lou Reed: Just a perfect day, drink sangria in the park, and then later, when it gets dark, we go home..
Y tuvimos de todo: parque con sombra, risas con vista al mar, terrazas con calamares y sobremesas casi eternas.
Estuvo bien. Tendimos el puente de buena manera dejando en el otro extremo las obligaciones.
Incluso volvimos al mismo punto de partida con despedida a cargo de exótico personaje de deshilvanado discurso y salpicado traje blanco.
Y hoy el epílogo es un lunes que repta de mala manera por mi conciencia y me regala una alergia primaveral como penitencia por todos los excesos cometidos.

¿Y cómo estarán ustedes?
¿París es menos luminoso que nunca?